dimecres, 19 d’agost del 2009

dimarts, 18 d’agost del 2009

Sabe que voy a luchar por ella.


Joder, pues hazlo. ¿O que vas a hacer? ¿Reír? Coño, llora. Abrázate a quien debas. No vas a ser menos por llorar. De hecho, voy a obligarte a hacerlo, a que lo pases mal, para que me digas si vale o no la pena.

Porque sabes, que cuando hayas acabado con todos los paquetes del mundo sólo te quedará luchar. No te resignes a perderla. Sabes que es ella quien debe conducirte. Por que si no, vas a caer en picado. Va a caer TÚ. Y ella va a conseguir lo que se propone. Olvidarte. Y no. Eres tú la ganadora.

TU ERES SU RUEDA.


¿Vas a ahogarte en el fondo? No hay tiempo. Tienes tres meses. ¿Vas a reír o a luchar? ¿Lo merece?

Recuerda que un coche necesita cuatro ruedas, pero sólo hay una que va detrás. Y es lo suficiente grande como para resistir el peso del oche si se lo propone. Me equivoqué, no dejes que se estrelle hazte con el control y arranca.

TU PUEDES OCUPAR EL SITIO DE TODAS, PORQUE TU SITIO ES EL DE LAS CUATRO.

dilluns, 10 d’agost del 2009

Silencio. Vacío. Burbujas. Aire. ¿Aire? ¿Cómo se supone que debería quererle? ¿Por que mierda le hago caso? ¿No se supone que no me ama? Me odio. Un timbre. Salgo del agua. Inspiro y espiro. Mierda, ya està aquí. Jabón por todas partes.

- Mierdamierdamierda. Esque no soy más imbécil...

Rapidamente me aclaro y me enrollo en una toalla azul. Me enrollo otro en la cabeza. Espejo. ¡DIOS QUE POCO ELEGANTE! Me desenrrollo rapidamente la toalla de la cabeza y recoloco el pelo con la cabeza. ¡MADRE MIA! Lo tiro para atrás. Paso. El timbre.

Corro dejando huellas blancas a mi paso. Todo el piso lleno de jabón. Imagino que empiezan a surgir burbujas de colores de ellas, todo lleno de pececitos de colores nadando sin agua, flotando... Vuelvo.

- Hola! Pasa. Me había olvidado -vuelvo a ver las pisadas de jabón, desenrollo mi toalla y las limpio; en bolas. Vuelvo. Me giro -. Perdón -vuelvo a colocarme la toalla-. Puedes sentarte, me visto y hablamos.

No vuelvo a recibir pacientes en casa.

Cojo un tanga negro, a conjunto con el vestido, también negro. Tacones de aguja, RIMMEL y me acabo de peinar y secar. ¡POR DIOS, QUÉ BAÑO! Recojo las toallas para que no me duelan los ojos. Pintalabios rojo. Salgo corriendo.

- Siento que me hayas tenido que ver de esta forma, no es muy profesional, que digamos... Bien. ¿Tomas café?

- Sí, grácias. No te preocupes.

Que verguenza. De ésta no salgo.

- Eres muy graciosa.

¿Graciosa? Menudo hijo de puta... Se lo voy a pasar a Belén. ¡Joder con el café, como quema! Voy saliendo de la cocina. Sonrío. ¿Graciosa? Capullo.

- Bueno. Aquí tienes. De veras, lo siento. -¿Me está mirando las tetas? Mierda, el sujetador. Me miro, sonrío- Un segundo.

Fui a la habitación

- Tranquila, vuelvo en media hora si quieres... De todas formas hoy no me encuentro muy sociable. Y creo que hemos entrado en unas confianzas que no sé si contarte lo de mi divorcio hoy...

- Cierto, tengo una compañera bueníssima. La puedo llamar ahora mismo. Belén, un encanto.

- E... de hecho, me gustas. Eres más... persona. Odio formalidades. -¿Me toma el pelo? Llevo cinco años ejerciendo y soy de las mejores de Barcelona. Formalidades. Será capullo. Y encima me va a tocar no cobrarle.- Ya sabes, todo eso de escuchar y callar... Parecer perfecta y apartar tus problemas durante una hora... Me gustas así. Y si no te importa a tí... -pues es guapo y todo.

- Como quieras. Pero olvidemos los últimos veinte minutos. Me penalizarían los del colegio de psicólogos. Pero si no te importa venir mañana...

Se levantó sonriendome y negando con la cabeza. Le acompañé hasta la puerta con el brazo joder que alto. Bueno mi metro sesenta tampoco ayuda...

- Marta, ¿no? Gracias por todo. Te llamo y quedamos mañana, ¿te parece? -carraspeó- Por cierto, un culo precioso, de los que no quedan -le miré tan seria como pude. Tenía gracia. Seriaseriaseria.

-Hasta otra, eh? Venga.

Cerré la puerta de un golpe. Que bueno que estaba...

!Joder que casa! No lo lipio ni de coña, llamo a Valeria. Me miro al espejo. De perfil. Pues si que tengo un buen culo...

diumenge, 9 d’agost del 2009

El cuento.

- Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo ganas de hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?El maestro, sin mirarlo, le dijo: "Cuánto lo siento, muchacho. No puedo ayudarte, ya que debo resolver primero mi propio problema. Quizá después..." Y, haciendo una pausa, agregó: "Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar".

-E... encantado, maestro -titubeó el joven, sintiendo que de nuevo era desvalorizado y sus necesidades postergadas.

- Bien -continuó el maestro. Se quitó el anillo que llevaba en el dedo meñique de su mano izquierda y dándoselo al muchacho, añadió-: Toma el caballo que está ahí fuera y cabalga hasta el mercado. dbeo de vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, y no haceptes menos de una moneda de oro.Vete y egresa con esa moneda lo más rápido que puedas.El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó al mercado, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes, que lo miraban con algo de interés hasta que el joven decía lo que pedía por él.

Cuando el muchacho mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le giraban la cara y tan sólo un anciano fue lo bastante amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era demasiado valiosa como para entregarla a cambio de un anillo. Con afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un recipiente de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta.

Después de ofrecer la joya a todas las personas que se cruzaron con él en el mercado, que ueron más de cien, y abatido por su fracaso, montó en su caballo y regresó.

Cuánto hubiera deseado el joven tener una moneda de oro para entregársela al maestro y liberarlo de su preocupación, para poder recibir al fin su consejo y ayuda.

Entró en la habitación.

-Maestro -dijo-, lo siento. No es posible conseguir lo que me pides. Quizás hubiera podido conseguir dos o tres monedas de plata, pero creo que yo no puedo engañar a nadie sobre el verdadero valor del anillo.

-Eso que has dicho es muy importante, joven amigo -contestó sonriente al maestro-. Debemos conocer primero el valor del anillo. Vuelve a montar en el caballo y ve a ver al joyero. ¿Quién mejor que él puede saberlo? Dile que desearías vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él.. Pero no importa lo que te ofrezca: no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven volvió a cabalgar.

El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo al chico:

-Dile al maestro, muchacho que si lo quiere vender ya mismo no le puedo dar más de cincuenta y ocho monedas de oro por su anillo.

-¿Cincuenta y ocho monedas?-exclamó el joven-

-Sí -replicó el joyero-. Yo sé que con el tiempo podríamos obtener cerca de setenta monedas, pero si la venta és urgente...

El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.

-Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como ese anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte un verdadero experto. ¿Por qué vas por la vida intentando que cualquiera descubra tu verdadero valor?

Y, diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo meñique de su mano izquierda.

Jorge Bucay.