dissabte, 6 de juny del 2009

No se puede vivir sin aire.

Para que vamos a negarlo. No somos imortales llevamos años intentando demostrarnos que somos capaces. Pero no. Hasta los diez años pensé que una vida en la que yo no estuviera. Pero ahora no sé porqué cada día me da más la sensación que yo no existo. No soy nadie. En este mundo: nadie. A pesar de que nos digan que sin nosotros nada sería igual... Mentira. Todo andaría igual, en más o menos tiempo. Todos somos precindibles.

Pero ahora no lo entiendo, no me veo a mí de mayor. Todavía me siento demasiado pequeña para poder vivir. Esa responsabilidad que nadie espera hasta que se la encuentra en la ventana. Pidiendo que le abran. Yo quiero dejarla morir allí. Congelada. Que uera conmigo si es necesario. Pero ante todo que no entre. Sería el caos.

Hace poco leí un relato de una amiga mía. Ana:
Nunca dejes de avanzar, porqué por mucho que te retengas a andar por el camino de la vida, el final llegará igual.. lo importante es disfrutar de cada minuto, cada segundo... cada momento por pequeño que sea... eso no importa, porqué nunca sabes cuando la vegetación del bosque impedirá que sigas avanzando, nunca sabes cuando tendrás dos caminos para elegir, y tampoco sabes cuál será el corto, ni cuál será el largo... porqué en este recorrido, hay que afrontarlo todo hasta el último momento. No corras.. tampoco vayas muy despacio... no vayas vigilando siempre que no haya ninguna piedra con la q tropezar... porqué si tropiezas... caerás... y te volverás a levantar, y si no logras levantarte... entonces cierra los ojos y piensa en lo bonito que ha sido ir de pie.
Yo ahora me siento, no herida por la caída. Sino apalizada por los mismos árboles. Sin fuerzas para levantarme y abrir la puerta. Dejar que se haga de día y que entren los pájaros. Que el sol lo ilumine todo. Es sinembargo, tan difícil irar el pomo que ni tan sólo me doy cunta de que la puerta cederá, tanto si se la abro como si no. A partir de allí empezará a volar el tiempo. Tan rápido como una simple calada. Creo que es eso a lo que temo. El tiempo. Que se agote y no vuelvan a darle cuerda al reloj.

Luna. Deberías haber empazado a llorar. En cambio nos dejaste todas tus lágrimas para sembrar Tarragona entera. Pero es él quién te enseñará a caminar y a hablar. Déjale, es demasiado fuerte para resistirte.

Atentamente: Júlia Cordovilla.